Y no en vano, es un tipo de retrato sin precedentes en la pintura española; y ya no sólo en el barroco, sino durante los siglos anteriores. Así como no tiene precedentes la representación de la figura del Rey en un segundo plano; y mucho menos como aparece aquí, al fondo de la habitación, en un espejo y difuminado. Esto podría ser considerado como una falta de respeto a la persona del Rey; quizá a Velázquez, muy cercano a la figura de Felipe IV, se le permite semejante atrevimiento.
Otra de las grandes osadías del pintor es la de representarse dentro del cuadro realizando su oficio, pero no presentaría una gran novedad si no fuese porque aparece mirando directamente al espectador, como si este estuviese frente al cuadro y además con un lienzo vuelto de espaldas, que no sabemos lo que contiene.
¿Qué pinta Velázquez en ese cuadro?, este es otro de los grandes enigmas que nos presenta esta obra. ¿Estará pintando las propias Meninas?, ¿Será por el contrario un retrato de los Reyes, y por esto aparecen reflejados en el espejo? ¿O quizá, está pintando lo que pasa en el propio plano del espectador, introduciéndonos así dentro de la obra?
Esto es y seguirá siendo uno de los grandes misterios de la Historia de Arte.
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