Llamadas así por su aspecto externo, son elementos de suma importancia en una tumba egipcia. Se colocaban en la pared occidental de la capilla, parte accesible a los familiares y desde donde se realizaban las ceremonias funerales. Estas estelas aislaban la capilla de la cámara funeraria. Orientadas hacia el este, hacia la salida del sol para evocar su renacimiento diario y la resurrección. Las estelas de falsa puerta muestran en el cuadro central la representación de la comida funeraria, la escena más importante desde el punto de vista ritual. En ella aparece el difunto ante una mesa repleta de ofrendas.
Gracias a esta puerta el "ba" del difunto podía comunicarse con el mundo de los vivos y disfrutar de las ofrendas que se depositaban ante ella en una "mesa de ofrendas". La esencia espiritual de éstas era "transportada" por el ba, que la llevaba hasta el ka para que el fallecido pudiera seguir disfrutando de vida tras la muerte.
Ante las estelas de falsa puerta se colocaba la mesa de ofrendas, copia en piedra de la esterilla de junco o papiro que utilizaba el egipcio para su comida cotidiana.
Sobre la superficie de estas estelas se inscribían escenas del difunto junto a su esposa sentados ante una mesa, así como portadores de ofrendas. Alrededor, toda una serie de fórmulas "tipo", recogían los presentes que el rey ofrecía al difunto para toda la eternidad. Éstos podrían hacerse realidad gracias a la intervención de la palabra, constituyendo una medida de seguridad para la pervivencia del difunto. Es decir, en el caso de que las ofrendas líquidas y sólidas que los "sacerdotes del ka" debían presentar diariamente no se llevaran a cabo, el fallecido podría "leer" estas inscripciones, haciéndose realidad de inmediato todo cuanto iba leyendo.
Gracias a esta puerta el "ba" del difunto podía comunicarse con el mundo de los vivos y disfrutar de las ofrendas que se depositaban ante ella en una "mesa de ofrendas". La esencia espiritual de éstas era "transportada" por el ba, que la llevaba hasta el ka para que el fallecido pudiera seguir disfrutando de vida tras la muerte.
Ante las estelas de falsa puerta se colocaba la mesa de ofrendas, copia en piedra de la esterilla de junco o papiro que utilizaba el egipcio para su comida cotidiana.
Sobre la superficie de estas estelas se inscribían escenas del difunto junto a su esposa sentados ante una mesa, así como portadores de ofrendas. Alrededor, toda una serie de fórmulas "tipo", recogían los presentes que el rey ofrecía al difunto para toda la eternidad. Éstos podrían hacerse realidad gracias a la intervención de la palabra, constituyendo una medida de seguridad para la pervivencia del difunto. Es decir, en el caso de que las ofrendas líquidas y sólidas que los "sacerdotes del ka" debían presentar diariamente no se llevaran a cabo, el fallecido podría "leer" estas inscripciones, haciéndose realidad de inmediato todo cuanto iba leyendo.
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